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Esperemos la segunda venida de Jesús pacientemente. (Meditación de la segunda lectura del Domingo III de Adviento del Ciclo A).

   Meditación.

   2. Esperemos la segunda venida de Jesús pacientemente.

   Meditación de ST. 5, 7-10.

   Los agricultores esperan pacientemente que crezca lo que siembran y fructifique sin acelerar el citado proceso, tal como hemos de actuar los cristianos esperando que Jesús concluya la plena instauración del Reino de Dios entre nosotros, sin adelantar la llegada de dicho acontecimiento tan esperado por los seguidores de Jesús. Si bien no podemos apresurar la plena instauración del Reino mesiánico entre nosotros, tampoco podemos cesar nuestras responsabilidades hasta que nos convenga cumplirlas ni delegarlas en los líderes religiosos ni en quienes tengan todo el tiempo del mundo para cumplir la voluntad divina. Así como los agricultores llevan a cabo un esmerado trabajo para tener abundantes cosechas, los cristianos necesitamos llevar a cabo una gran labor, si queremos alcanzar la plenitud de la felicidad, y que se salve el mayor número de almas posible.
   Los cristianos necesitamos vivir el aquí y ahora con los pies firmes en el suelo, y con los ojos puestos en el cielo. Por fe experimentamos una salvación que no hemos alcanzado plenamente, y por ello miramos a un futuro que no sabemos si está cercano o lejano, pero que no por estar lejano dejamos de añorarlo y esperarlo, como si se iniciara en el preciso instante en que leemos el presente trabajo.
   Si constatamos que pasan los años y Jesús no viene a concluir la plena instauración de su Reino en el mundo, no nos dejemos arrastrar por la desesperación y la carencia de fe pensando que jamás volverá, pues vendrá cuando llegue el tiempo destinado para recoger su cosecha, y concedernos la plenitud de la vida.
   Aunque nos es más fácil culpar a los demás que examinarnos para ver en qué y cómo podemos corregirnos para asemejarnos a Jesús, no olvidemos que, al final de los tiempos, no solo le daremos cuenta a Dios de nuestras actividades comunitarias a nivel de Iglesia, pues también saldrán a la luz nuestras vivencias personales, porque Dios quiere un pueblo de Santos, en quienes no es posible que se oculten injusticias. Es por ello que Santiago nos recomienda que tomemos a los Profetas como modelos de fe a imitar, porque prefirieron morir defendiendo su fe, antes que renunciar a la misma.

José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com