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La Biblia ha sido escrita para facilitarnos el crecimiento espiritual, para que, a través de la paciencia y el consuelo que nos aporta el conocimiento de Dios, no perdamos la esperanza de alcanzar la plenitud de la felicidad. (Meditación de la segunda lectura del Domingo II de Adviento del Ciclo A).

   Meditación.

   2. La Biblia ha sido escrita para facilitarnos el crecimiento espiritual, para que, a través de la paciencia y el consuelo que nos aporta el conocimiento de Dios, no perdamos la esperanza de alcanzar la plenitud de la felicidad.

   Meditación de ROM. 15, 4-9.

   El conocimiento de la Palabra de Dios influye en nuestra manera de vivir el presente y en lo que pensamos respecto del futuro que nos aguarda. Cuanto más sepamos cómo Dios amó a su pueblo en el tiempo en que fue escrita la biblia, mayor será la confianza que tendremos respecto de cómo nos cuidará mientras se prolongue nuestra existencia, tal como lo ha hecho durante los años que hemos vivido. Esta es la razón por la que repito incansablemente que necesitamos conocer la Palabra de Dios, aplicarla a nuestra vida, y ser conocedores del arte de la oración, y practicantes del mismo, ya que esta es la manera de convencernos de que, lo mejor que puede pasarnos durante los años que vivamos, es que se cumpla la voluntad de Dios en nuestra vida. ¿Cómo podemos tener los mismos sentimientos de Jesús? (FLP. 2, 5). Ello puede ser una realidad palpable, si vivimos en atención a los valores característicos de Nuestro Salvador, en cuanto ello nos sea posible. Así como nos interesan los milagros que hizo el Mesías, y lo que pensaba respecto de nuestra salvación, los ángeles y el juicio universal, nos conviene imitar su manera de hacer el bien, especialmente, para socorrer a quienes tienen más carencias espirituales y materiales. Cuanto más asumamos la actitud que observó el Mesías referente a hacer el bien, más constataremos que la fe que tenemos en el Dios Uno y Trino, es real, y, por ello, así podremos glorificar mejor, a Nuestro Padre común. No olvidemos que, cuanto mejor nos acojamos unos a otros, mejor acogeremos al Dios Uno y Trino en nuestros corazones.
           San Pablo concluye el fragmento de su Epístola a los Romanos que estamos considerando brevemente, afirmando que Jesús les manifestó a los judíos la verdad del Dios que es fiel al cumplimiento de sus promesas, quien también es Padre de los gentiles -o paganos-.

José Portillo Pérez
joseportilloperez@gmail.com