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Dios se hace presente en nuestra vida ordinaria. (Ejercicio de lectio divina del Evangelio de la solemnidad de la Inmaculada Conncepción de María Santísima. 8 de diciembre).

   Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María Santísima (8 de diciembre).

   Dios se hace presente en nuestra vida ordinaria.

   Ejercicio de Lectio Divina de LC. 1, 26-38.

   Nota: Encontraréis más información referente al Evangelio que consideramos en esta ocasión, en la meditación 3. del apartado 6. del ejercicio de Lectio Divina del Domingo IV de Adviento del Ciclo A.

   Lectura introductoria: GN. 3, 15.

   1. Oración inicial.

   Iniciemos este encuentro de oración y meditación, en el Nombre del Padre, del Hijo, y, del Espíritu Santo.

   R. Amén.

   Iniciemos este tiempo de oración y meditación esforzándonos para que nuestras ocupaciones y preocupaciones no nos impidan gozar de nuestro encuentro con el Señor, pues Él se hace presente en nuestras vidas, para iluminarnos con su Palabra.

   Orar es elevar nuestra voz al cielo, teniendo la certeza de que Dios escucha nuestras peticiones y acciones de gracias.

   Orar es hacer el bien, con la certeza de que nuestras manos son las manos con que Nuestro Santo Padre cuenta, para beneficiar a sus hijos los hombres.

   Orar es alegrarnos de tener el privilegio de haber sido congregados por Nuestro Padre común, ora en los templos en que se haga este ejercicio de Lectio Divina en grupos de oración, ora en los hogares en que leamos y oremos este trabajo, con nuestros familiares o individualmente.

   Orar es pedirle a Dios la sencillez con que Nuestra Santa Madre acogió a Jesús como Madre, después de disponerse a vivir cumpliendo la voluntad de Nuestro Padre celestial.

   Orar es saber que nuestra vida cristiana no debe sucumbir ante las contrariedades que la caracterizan, cuando se nos juzga por el mal que no hemos hecho, y cuando no se comprende la fe que profesamos.

   Orar es abrirnos a la novedad del Dios que quiere hacer de la humanidad una familia que vive amándose y sirviéndose constantemente.

   Oremos:

   Espíritu Santo, amor que procedes del Padre y del Hijo, luz que iluminas nuestro entendimiento, y sabiduría que anhelamos para no perder la fe que nos caracteriza:

   Ayúdanos a interpretar el texto bíblico que vamos a considerar, haznos dóciles como lo fue María Santísima para acoger el mensaje que le transmitió San Gabriel, y haznos también mensajeros para el mundo, como lo fue San Gabriel para Nuestra Santa Madre, para que el Evangelio siga siendo predicado, hasta que nuestra tierra sea el Reino del Dios Uno y Trino. Amén.

   2. Leemos atentamente LC. 1, 26-38, intentando abarcar el mensaje que San Lucas nos transmite en el citado pasaje de su Evangelio.

   2-1. Permanecemos en silencio unos minutos, para comprobar si hemos asimilado el pasaje bíblico que estamos considerando.

   2-2. Repetimos la lectura del texto dos o tres veces, hasta que podamos asimilarlo, en conformidad con nuestras posibilidades de retener, si no todo el texto, las frases más relevantes del mismo.

   3. Meditación de LC. 1, 26-38.

   3-1. El Arcángel San Gabriel fue enviado a Nazaret (LC. 1, 26).

   Nazaret estaba en la ruta de Palestina más concurrida por soldados romanos y mercaderes paganos. Cuando Jesús vivió en Palestina, los judíos despreciaban a los extranjeros, -los consideraban como perros-, porque sus antepasados habían sido dominados en el pasado por diferentes civilizaciones, y ellos estaban subyugados por los romanos. Debido a la citada discriminación que caracterizaba a los hermanos de raza de Jesús con respecto a los paganos porque se jactaban de que Dios solo los consideraba a ellos como su propiedad personal y despreciaba a los gentiles, los habitantes de Nazaret eran mal vistos por los habitantes de Jerusalén, -la capital del país, el centro de la adoración a Yahveh-, porque entre ellos había gente con muy buena posición social, que tenía el dinero necesario para cumplir escrupulosamente sus 613 prescripciones legales, las cuales les exigían distanciarse de los gentiles -o paganos-, por considerarlos pecadores irremisibles.

   Jesús nació en Belén, pero se instaló en Nazaret durante los años de su tierna infancia, y creció allí, hasta hacerse Hombre. Jesús partió de Nazaret a encontrarse con San Juan Bautista en el río Jordán, para ser bautizado por el Profeta, e iniciar su Ministerio público. A pesar de que Nuestro Señor vivió muchos años en Nazaret, pasó inadvertidamente entre sus parientes y vecinos, de tal manera, que ninguno de los tales tuvo la menor sospecha, de que convivía con el Mesías, y, cuando Jesús se les reveló como enviado de Dios en su Sinagoga, no solo lo rechazaron, sino que intentaron despeñarlo por un barranco (LC. 4, 12-30), porque ellos anhelaban un mesías guerrero que expulsara a los romanos de su tierra, y Nuestro Señor se les presentó como un Mesías sufriente, que vino al mundo para demostrarnos que Dios nos ama, no promoviendo la violencia, sino extinguiendo las miserias humanas, entre las que destaca la falta de amor de unos hombres para con otros, pues la misma es la causante de muchas enfermedades y situaciones de pobreza, y hace que muchos mueran, víctimas del odio y el sin sentido.

   3-2. San Gabriel se le manifestó a Nuestra Señora (LC. 1, 27-28).

   Los judíos creían que la juventud era signo de inexperiencia vital, y por tanto del desconocimiento de Dios. Ellos también creían que la pobreza era un castigo que Dios les infringía a los pecadores, y que las mujeres eran inferiores a los hombres, y por ello las tales tenían que obedecer a sus padres si eran solteras, o a sus maridos si estaban casadas, y tenían que rehusar a tomar decisiones importantes concernientes a sus vidas, hasta el punto de que sus padres y maridos podían romper las promesas que las tales les hacían a Dios según su Ley religiosa, si no estaban de acuerdo con las mismas (NÚM. 30, 4-16).

   ¿Por qué quiso Dios nacer de una joven y pobre mujer? Los católicos que tenemos algún conocimiento de nuestras creencias, podemos responder esta pregunta satisfactoriamente. Nuestra Santa Madre nació con el privilegio de no estar marcada por la mácula original con que todos nacemos. Fue por ello que Dios la eligió para que fuera Madre del Salvador de la humanidad, a pesar de que, por ser joven, pobre y mujer, ello no era acorde con las creencias de los hermanos de raza de Nuestra Santa Madre.

   Según los judíos, por ser joven, pobre y mujer, María no podría haber sido utilizada por Dios para llevar a cabo ninguna misión importante, pero, a pesar de ello, Nuestro Santo Padre depositó su confianza en Ella, -porque sabía que no lo iba a decepcionar-, para que llevara a cabo uno de los actos de obediencia más grandes de todos los tiempos.

   A Dios, más que la riqueza económica de sus siervos, le interesa el amor que le manifiestan, y la disposición con que lo sirven desinteresadamente, en sus hijos los hombres.

   A Dios no le sirve de nada el hecho de que adquiramos grandes conocimientos teológicos, si nos guardamos los mismos en nuestro interior, y no los predicamos para que otros los conozcan, ni los utilizamos para hacer el bien.

   3-3. María recibió un anuncio tan maravilloso como sorprendente (LC. 1, 29-31).

   Recuerdo el caso de una señora que cometió el error de concederle a su hija de doce años el capricho de dejar de estudiar, para que pudiera sentirse libre de cargas según ella, para poder dedicarse a su novio. Aquella niña no tardó en irse de la casa de sus padres con un novio que, cuando les presentó a la niña a sus padres, lo obligaron a dejarla, sin ni siquiera darle el dinero que necesitaba para volver a casa de sus padres, que la esperaban a unos 700KM de distancia. Cuando la niña se vio sola, empezó a prostituirse con el pensamiento de reunir el dinero que necesitaba para volver a su tierra, pero se encontró con gente que conocía por haberla visto en su pueblo que se compadeció de ella, y la ayudó a volver con sus padres, sin cobrarle nada por los días que la hospedó y alimentó, ni por el billete de autobús que le compró, para que pudiera volver a estar con su familia.

   La niña llegó al pueblo contando aventuras que para ella habían sido divertidísimas, dando la impresión de que se sentía como una heroína. Cuando comprendió que no podía seguir siendo un juguete para los hombres, se enfrentó a su madre, y la culpó por haberle permitido dejar sus estudios siendo tan joven. La madre me buscó llorando para que la consolara, y yo, que soy muy sincero, y me gusta hablar claramente, le dije que a los hijos no solo se les ama dándoles besos y comprándoles regalos, pues también se les ama corrigiéndoles, cuando se sabe que van a cometer errores. A los hijos hay que corregirlos en muchos aspectos antes de que alcancen la mayoría de edad, para que, cuando sean adultos, sean personas de provecho. A los hijos hay que corregirlos con dulzura, y con firmeza.

   ¿Por qué os he contado esta historia? Conozco predicadores desconocedores de las dificultades que puede atraernos la predicación de la Palabra de Dios, que esperan trabajar exitosamente haciéndose famosos por ello, y, consecuentemente, esperan ser bendecidos por Dios automáticamente, por desarrollar la actividad religiosa en que se desenvuelven. Dios no deja sin recompensa a nadie que le sirva, a no ser que se dé el caso de que le sirvamos interesadamente, y nos deje sin premiar, hasta que imitemos su conducta de dar, sin esperar nada a cambio, por los servicios que le prestamos, en sus hijos los hombres.

   Para María era un honor ser la Madre del Mesías. No olvidemos que en aquel tiempo había una comunidad religiosa cuyos integrantes vivían siendo célibes para acelerar la venida del Mesías al mundo, y que, según una antigua tradición, Nuestra Santa Madre hizo un voto de virginidad perpetua, para contribuir a acelerar el día en que habría de nacer Nuestro Salvador.

   Por aceptar ser la Madre de Dios, María se expuso a que muchos de sus familiares y amigos la despreciaran y se burlaran de ella, y a que José la denunciara, para que fuera asesinada, por haber cometido adulterio, contra él. Aunque María no le pidió ninguna señal a San Gabriel que le demostrara la veracidad del mensaje que le transmitió, apenas supo que Elisabeth estaba embarazada, fue a verla y servirla, y dado que Elisabeth sabía que María estaba embarazada, ello fue la señal que le sirvió a Nuestra Santa Madre, para terminar de depositar su plena confianza en Dios.

   Jesús vino al mundo, y José lo aceptó como hijo adoptivo, concediéndole, ante la Ley, todos los derechos que hubiera tenido, un hijo que hubiera sido engendrado por el Patrón de la Iglesia Universal, y Nuestra Santa Madre. Sin embargo, los sufrimientos no terminaron cuando José aceptó la paternidad del Mesías, pues Nuestro Señor fue rechazado por su pueblo, y murió crucificado, sin ser merecedor de tal castigo.

   Ya que en Jesús está depositada la esperanza de sus creyentes de alcanzar la salvación, porque sabemos que resucitó como triunfador sobre el pecado, el sufrimiento y la muerte, llamamos a María Bienaventurada, porque halló gracia en la presencia de Dios, y, según la fe católica, permanece en el cielo junto a su Hijo, después de haber vivido como ejemplar creyente.

   Si la bendición que constituyen nuestros diversos sufrimientos nos entristece, pensemos en las vivencias de Nuestra Santa Madre, y esperemos pacientemente que Dios acabe de hacer el trabajo de redimirnos, sirviéndose de nuestras circunstancias dolorosas.

   3-4. Serás la Madre del Rey de Israel (LC. 1, 31-33).

   Tal como Moisés condujo a los hebreos por el desierto después de liberarlos de la esclavitud de Egipto en el Nombre poderoso de Yahveh, y Josué los introdujo en la tierra prometida, si meditamos la Palabra de Jesús, y la aplicamos a nuestras vidas, descubrimos en el Señor a un nuevo Moisés que nos adoctrina para que seamos fieles hijos de Dios, y a un nuevo Josué, que nos tiene abiertas las puertas del cielo, por medio de la recepción de los Sacramentos, el estudio de la Biblia, la práctica incesante de la oración, y el ejercicio de la caridad cristiana, en favor de quienes más necesitan, nuestras dádivas espirituales, y materiales.

   En el poderoso Nombre de Jesús, enfermos fueron curados, se llevaron a cabo exorcismos, y se perdonaron pecados.

   ¿Qué podríamos hacer nosotros en este preciso instante, si el Nombre de Jesús fuera pronunciado sobre nosotros después de que un ministro del Señor nos impusiera las manos, para que trabajáramos en la viña del Señor?

   Dios le prometió al Rey David que su reinado se prolongaría por siempre (2 SAM. 7, 12-15). Dado que David y sus descendientes murieron, -incluso el Reino de Israel se dividió en dos reinos en tiempos del nieto de David-, está claro que David no es el Rey eterno que ha de cumplir la promesa de redimir a la humanidad, pues ello solo le pudo corresponder a Jesús, quien, se diferenció de David, en que jamás cometió ningún pecado.

   3-5. María interrogó a San Gabriel (LC. 1, 34).

   3-5-1. La Virginidad de María.

   Los cristianos estamos divididos a la hora de interpretar el versículo bíblico que estamos considerando. Quienes piensan que los sobrinos de María y José de quienes se habla en la Biblia son hijos de los tales, -y por tanto hermanos carnales de Jesús-, interpretan LC. 1, 34, de la siguiente manera: ¿Cómo es posible que me suceda esto, si no me he relacionado aún con ningún hombre?

   Quienes creemos que los citados personajes son primos de Jesús, interpretamos LC, 1, 34, de la siguiente manera, en atención a la tradición en la que creemos: ¿Cómo es posible que yo quede embarazada, si nunca me relacioné con ningún hombre, y he hecho un voto de virginidad perpetua?

   La polémica que mantenemos los cristianos referente a este tema es muy grande, porque, aunque en el tiempo de Jesús los esenios vivían siendo célibes para acelerar la venida del Mesías al mundo, para muchos creyentes y no creyentes, el hecho de privarse de mantener relaciones sexuales, carece totalmente de sentido.

   3-5-2. ¿Cómo pudo María Santísima concebir un Hijo siendo Virgen?

   Es muy difícil creer que Jesús nació de una mujer virgen. San Lucas, -el autor del texto que estamos meditando-, era médico, y conocía perfectamente cómo se forman los niños. Para un médico como San Lucas debió ser muy difícil creer en el Nacimiento virginal de Jesús, pero, a pesar de ello, lo aceptó, lo predicó de viva voz, y lo escribió como un hecho crucial, que, si es aceptado por nosotros, engrandece la fe que nos caracteriza, por la dificultad que entraña el hecho de creerlo.

   San Lucas basó sus dos libros en los informes que obtuvo de diversas fuentes, entre las que destacan los testimonios de fe de muchos testigos presenciales de los hechos que narra. Dicho Evangelista, -según una antigua tradición-, obtuvo el relato de los dos primeros capítulos de su Evangelio, de labios de María Santísima. San Lucas creyó ciegamente que Jesús nació de las purísimas entrañas de Nuestra Santa Madre, así pues, esta es la causa por la que hizo expresarse en su primera obra a San Gabriel en el pasaje de la Anunciación, y a Nuestra Santa Madre en el pasaje de la Visitación, en términos poéticos.

   3-6. El Espíritu Santo iluminó a María Santísima (LC. 1, 35).

   ¿Cómo pudo una hija de Adán llegar a ser la Madre de Dios? Ya que no estuvo marcada por el efecto del pecado original, Nuestra Santa Madre recibió el Espíritu Santo, y el poder de Dios la cubrió con su sombra, convirtiéndola en Templo viviente de la Divinidad, en que Jesús, -la Palabra de Dios-, se hizo Hombre (JN. 1, 14).

   Si María Santísima llegó a ser templo viviente de Dios, el Niño que nació de Ella, fue llamado Santo, pues Jesús tampoco estuvo afectado por el pecado original de nuestros ancestros, pues sus Padres, -Dios y María-, son plenamente puros y Santos.

   El primer Adán desobedeció a Dios, e hizo que toda la humanidad padeciera el efecto de su desobediencia (ROM. 5, 12). Jesús, -el segundo Adán-, al estar libre de la citada mácula, fue nuestro sustituto en la cruz para librarnos de las consecuencias del pecado original, y de nuestras transgresiones personales, en el cumplimiento de los Mandamientos divinos.

   Tanto Adán como Jesús fueron humanizados por Dios, quien los hizo hombres puros. Ambos tomaron la decisión que consideraron más oportuna. Adán quiso perfeccionarse al margen de Dios, fracasó rotundamente, y nos perjudicó a todos, porque logró que apareciera el mal en el mundo. Por su parte, Jesús, a pesar de que es el Dios perfecto, quiso perfeccionarse como Hombre, cumpliendo la voluntad de Nuestro Santo Padre.

   ¿Optamos por ser imitadores de Adán, o de Jesús?

   3-7. El embarazo de Elisabeth fortaleció la fe de María, quien se dispuso a servir a su pariente (LC. 1, 36-38).

   María recibió la noticia de su Maternidad divina, cuando su pariente Elisabeth llevaba seis meses en estado de gestación. Dios nos llama a servirle en medio de los acontecimientos de la Historia de la salvación. No somos los personajes más relevantes de dicha Historia, pero se nos ha concedido la dicha de ser actores de la misma. ¿Empujaremos los acontecimientos que vivimos de manera que contribuyan a la plena instauración del Reino de Dios entre nosotros?

   Elisabeth concibió un hijo en su vejez, cuando probablemente se había resignado pensando que jamás podría ser madre, y sabía que la gente siempre la despreciaría, considerándola maldita de Dios. No dejemos nunca de soñar. Dios cumplirá la doble promesa de hacernos felices si sabemos aceptar nuestras circunstancias vitales, y de concedernos la vida eterna, más allá de nuestros posibles sufrimientos actuales.

   Para Dios nada hay imposible, pero, cuando nuestra fe flaquea, y desconfiamos tanto de nosotros, como de los hombres y de Dios, la realización de nuestros sueños, es totalmente imposible.

   Aunque los traductores de la Biblia de Jerusalén ponen en boca de María la expresión "he aquí la esclava del Señor", para hacernos comprensible la lectura del texto que estamos meditando, Nuestra Santa Madre no dijo de Sí que era la esclava del Señor, sino la sierva, la que lo sirve voluntariamente. Por eso San Gabriel volvió al cielo, para decirle a Nuestro Santo Padre, que había concluido la misión que le había encomendado, y que, Nuestra Santa Madre, se sentía feliz, porque se convirtió en el Templo vivo de Dios.

   3-8. Si hacemos este ejercicio de Lectio Divina en grupos, nos dividimos en pequeños subgrupos para sacar conclusiones tanto del texto bíblico que hemos meditado como de la reflexión que hemos hecho del mismo, y, finalmente, los portavoces de los subgrupos, hacen una puesta en común, de las conclusiones a que han llegado todos los grupos, tras la cual se hace silencio durante unos minutos, para que los participantes mediten sobre lo leído y hablado en los grupos, individualmente.

   3-9. Si hacemos este ejercicio individualmente, consideramos el texto evangélico y la meditación del mismo expuesta en este trabajo en silencio, con el fin de asimilarlos.

   4. Apliquemos la Palabra de Dios expuesta en LC. 1, 26-38 a nuestras vidas.

   Respondemos las siguientes preguntas, ayudándonos del Evangelio que hemos meditado, y de la meditación que aparece en el apartado 3 de este trabajo.

   3-1.

   1. San Gabriel fue enviado a Nazaret cuando se cumplió el sexto mes de gestación de la madre de San Juan el Bautista. ¿Qué significa en nuestras vidas el citado sexto mes?
   2. ¿Está relacionado el significado del sexto mes con el hecho de que Dios nos llama a servirlo en nuestros prójimos los hombres en el momento idóneo para ello?
   3. ¿Por qué eligió Dios un pequeño pueblo para que su Hijo naciera, y no permitió que Nuestro Redentor naciera en la capital de Israel, en la que estaba el Templo, que era el centro de adoración nacional?
   4. ¿Por qué el Dios Todopoderoso no desea que sus hijos marginemos a nadie por ninguna circunstancia?
   5. Muchos judíos se jactaban de que Dios actuaba como ellos, pues creían que Yahveh despreciaba a los gentiles. ¿Nos hemos creado un dios a nuestra imagen y semejanza, a quien hemos dotado con nuestras virtudes y defectos, o nos amoldamos al cumplimiento de la voluntad del Dios predicado por Jesús?
   6. Jesús pasó muchos años en Nazaret viviendo como cualquiera de sus vecinos pobres. Aunque Jesús es el Enviado de Dios al mundo, Nuestro Señor vivió humildemente. En lo que respecta a nosotros, ¿servimos a Dios humildemente, o lo hacemos para aparentar la devoción y la bondad que deberían caracterizarnos?

   3-2.

   7. San Gabriel le dijo a María que se alegrara, porque el Señor estaba con ella. ¿Creemos que el Señor se manifiesta en nuestras vidas?
   8. ¿Recordamos alguna ocasión en que sentimos de una manera especial la presencia de Dios en alguna circunstancia que vivimos?
   9. ¿Por qué Jesús nació de una mujer joven y pobre?
   10. ¿Creemos que hombres y mujeres tenemos la misma dignidad? ¿Por qué?
   11. ¿Pensamos que las mujeres son marginadas en las denominaciones religiosas cristianas y en nuestras sociedades? ¿Por qué?
   12. ¿Podríamos hacer algo para que dejen de darse situaciones de marginalidad que afecten a las mujeres y a otros colectivos?
   13. ¿Por qué le confía Dios misiones importantes a gente de la que desconfía parte de la sociedad en la que vive?
   14. ¿Cuáles son las cualidades que más valora Dios en sus siervos? ¿Por qué?
   15. ¿De qué nos aprovecha tener muchos conocimientos teológicos, si no los predicamos, ni los utilizamos para hacer el bien?

   3-3.

   16. María se atemorizó cuando San Gabriel la saludó, porque se consideraba pequeña para recibir un trato especial. ¿Destacamos en el medio en que vivimos porque somos humildes, o preferimos ser prepotentes?
   17. San Gabriel le dijo a Nuestra Santa Madre que no temiera, porque halló gracia delante del Señor. ¿Creemos que el Señor ilumina nuestras vidas con los dones del Espíritu Santo y su Palabra cuando sufrimos, o nos sentimos desamparados por Dios en esos momentos?
   18. ¿Cómo explicamos el hecho de que Dios no les impida sufrir a sus siervos?
   19. ¿Podemos pedirle a Dios que nos demuestre que existe por medio de la realización de prodigios? ¿Por qué?

   3-4.

   20. ¿Acogemos las enseñanzas de Jesús?
   21. ¿Cómo podemos demostrar que somos seguidores de Jesús?
   22. ¿Qué hicieron Moisés y Josué para que hayan sido comparados con Nuestro Señor en el apartado 3-4 de este ejercicio de Lectio Divina?
   23. ¿Por qué podemos estudiar la Biblia, poner en práctica todo lo que aprendemos de la misma, y orar?
   24. ¿Qué nos sucedería si dejáramos de estudiar la Biblia, si evitáramos poner en práctica lo aprendido en nuestras horas de formación, o si nos negáramos a orar?

   3-5.

   3-5-1.

   25. ¿Es cierto que María fue Virgen antes y después de dar a luz a Jesús?
   26. ¿Sabríamos responder la pregunta anterior aportando razones para defender lo que creemos por si alguien contradice la fe católica ante nosotros?
   27. ¿Por qué creemos los católicos que María fue Virgen antes y después de dar a luz a Jesús?
   28. Si María siempre fue Virgen, ¿por qué se habla en la Biblia de los hermanos de Jesús?
   29. ¿Por qué creemos los católicos que María hizo un voto de Virginidad perpetua, que José respetó fielmente?

   3-5-2.

   30. ¿Qué sentido tenía el celibato en el tiempo en que vivió Jesús?
   31. ¿Qué sentido tiene el celibato en nuestro tiempo?
   32. ¿Es posible creer plenamente que Jesús nació de una mujer Virgen?
   33. ¿Son compatibles la fe y la ciencia, si tenemos en cuenta que, aunque la primera nos informa de las realidades intangibles, y la segunda de las realidades tangibles, ambas tienen el fin de averiguar la verdad?
   34. ¿Por qué un médico como San Lucas creyó y predicó el Nacimiento virginal de Jesús?
   35. ¿Por qué decimos que San Lucas es el Evangelista de la misericordia, y el pintor de María?

   3-6.

   36. Aunque carezcamos de la pureza de Nuestra Santa Madre, ¿creemos que somos templos vivos de Dios? ¿Por qué?
   37. ¿Qué nos falta hacer para que nuestras almas sean dignas moradas del Dios Uno y Trino?
   38. ¿Por qué María y Jesús no padecieron los efectos del pecado original, según la fe cristiano-católica?
   39. ¿Qué diferencia hay entre la conducta del primer Adán y la conducta de Jesús, el segundo Adán?
   40. ¿Qué diferencia hay entre la conducta de Eva y la conducta de María, la segunda Eva?
   41. ¿Qué consiguió Adán al querer perfeccionarse al margen de Dios?
   42. ¿Qué logró Jesús al redimirnos cumpliendo la voluntad de Nuestro Santo Padre?

   3-7.

   43. ¿Creemos que para Dios no hay nada imposible?
   44. ¿Servimos a Dios como siervos, o como esclavos?
   45. ¿Podemos hacer algo para apresurar la plena instauración del Reino de Dios en el mundo?
   46. ¿Puede hacernos felices Dios en este mundo, o la promesa de hacernos dichosos solo se refiere a nuestra futura vivencia en el cielo?

   5. Lecturas relacionadas.

   Leamos en nuestras Biblias I SAM. 1 y JC. 13, considerando los hechos milagrosos, característicos de los citados textos.

   6. Contemplación.

   Contemplemos al Dios que nos llama para hacer cosas grandes en nuestras vidas, mientras lo conocemos por medio del estudio de la Biblia y los documentos de la Iglesia, practicamos lo que aprendemos viviendo piadosamente y haciendo el bien, y nos familiarizamos con Él, por medio de la oración.

   Contemplemos a Nuestro Salvador, que se hizo débil para hacernos fuertes.

   Contemplemos a Jesús, quien se hizo pequeño para hacernos grandes, y murió y resucitó, para demostrarnos que Nuestro Santo Padre nos ama.

   Contemplemos a Nuestra Santa Madre, y hagamos de Ella nuestro ejemplo de fe a imitar.

   Contemplémonos posponiendo el cumplimiento de la voluntad de Dios, unas veces por pereza, y otras por falta de fe.

   Contemplémonos cuando nos conformamos prestándole a Dios un pequeño servicio, y no nos esforzamos en servirlo más y mejor.

   7. Hagamos un compromiso que nos impulse a vivir las enseñanzas que hemos extraído de la Palabra de Dios, expuesta en LC. 1, 26-38.

   Adoptemos el compromiso de hacer de Jesús y María nuestros ejemplos de fe a imitar, especialmente cuando tengamos que servir a Dios en nuestros prójimos los hombres, y cuando suframos.

   Escribamos nuestro compromiso para recordarlo constantemente, y, según lo cumplamos, aumentará nuestro amor a Dios, y a sus hijos los hombres.

   8. Oración personal.

   Después de hacer unos minutos de silencio, expresamos verbalmente lo que pensamos, con respecto al texto bíblico que hemos considerado, y a la reflexión del mismo que hemos hecho.

   Ejemplo de oración personal.

   Padre bueno:

   Tú que elegiste a una joven y pobre mujer para que fuera la Madre de Jesús, ayúdame a no ser soberbio, y a vivir cumpliendo tu voluntad constantemente.

   9. Oración final.

   Leamos y meditemos el Salmo 69, en actitud de oración.

José Portillo Pérez espera peticiones, sugerencias y críticas constructivas, en

joseportilloperez@gmail.com